domingo, 16 de marzo de 2014


TRATAMIENTO DE LA TUBERCULOSIS




Según (García, Lado, Tanez, Pérez y Cabarcos, 2003) el tratamiento de la tuberculosis TB, es relativamente reciente. Los progresos en la terapia se ha sucedido de modo lento,  gradual y continuo, desde que Waksman descubrió la estreptomicina en 1944, seguida de la isoniacida en 1952, la rifampicina en 1967 y la  pirazinamida en 1970, los que constituyen los medicamentos de primera línea en el tratamiento de la infección; con la incorporación de estos medicamentos permitió estimar el tiempo de tratamiento en 6 meses. Con la terapia farmacológica eficaz, busca reducir rápidamente la población de bacilos viables y con ello el riesgo de transmisión. El tratamiento para los casos en los cuales el esputo es positivo debe realizarse con la máxima premura; la hospitalización se debe realizar en los casos tales como: cuadro de hemoptisis copiosa o pioneumotórax, postrados en cama con una paraparesia grave.



Casi todos los casos de tuberculosis TB se pueden tratar de manera ambulatoria, haciéndole un seguimiento al cumplimiento del tratamiento. El uso de corticosteroides por un período de tiempo breve, se recomienda en casos hospitalarios como pericarditis, derrame pleural, meningitis tuberculosa, tuberculosis miliar aguda con disnea, y excepcionalmente en casos de reacciones severas de hipersensibilidad a los medicamentos antituberculosos. Es imprescindible conocer los principios de la bacteriología de la quimioterapia de la TB, para evitar errores en la aplicación del tratamiento y con ello evitar la resistencia a los fármacos antibacteriales. Los fármacos empleados en la pauta de 6 meses son: la isoniacida (H), rifampicina (R), pirazinamida (Z), etambutol (E) y estreptomicina (S); son considerados fármacos de primera línea en función de su eficacia y tolerancia. Sin embargo los tratamientos con los fármacos antes mencionados en pacientes con TB, solo son efectivos cuando, los bacilos están activos metabólicamente y en replicación; existen casos en los cuales las subpoblaciones de bacilos que se activan de modo transitorio durante lapso de tiempo muy cortos, y la presencia de mutantes farmacorresistentes incluso en poblaciones de bacilos que no han sido expuestos a antibióticos. El empleo del tratamiento con quimioterapia corta, se aplica en casos en los cuales los bacilos están metabólicamente activos, así como en bacilos que persisten en estado semilatentes.

Según (García, Lado, Tanez, Pérez y Cabarcos, 2003), los medicamentos de segunda línea lo constituyen: la fluorquinolonas (FQ), capreomicina (Cm), protionamida (Pt), etionamida (Et), kanamicina (Km) y rifabutina, tienen función bactericida; los fármacos tales como: ácido paraaminosalicílico (PAS), cicloserina (Cs), clofazimina (Cf) y macrólidos, tienen acción bacteriostática. El empleo de fármacos de segunda línea se justifica en casos en los cuales, se presentan resistencia a los medicamentos de primera línea. La eficacia de los medicamentos antituberculosos depende de las dosis, la cual debe ajustarse al peso corporal y a la edad del paciente; se debe considerar así mismo que se emplee en ayunas, no debe consumirse alimentos al menos, durante un lapso de tiempo comprendido entre los 15 y 30 minutos.

CONSECUENCIAS DE LAS INTERACCIONES DE LOS MEDICAMENTOS


Según (García, Lado, Tanez, Pérez y Cabarcos, 2003), los fármacos, isoniacida (H) y la rifampicina (R), son básicos en el tratamiento de la TB, estos medicamentos presentan interacciones que deben  tenerse en cuenta sobre todo si el paciente necesita la administración de otros medicamentos con un estrecho margen terapéutico. Las interacciones se realizan en el sistema del citocromo P-450 del hígado, sobre el cual actúan de forma distinta, la (H) es un inhibidor enzimático, provoca habitualmente un aumento en los niveles sanguíneos del medicamento que se metabolizan a ese nivel con el inminente riesgo de toxicidad; mientras que la (R) es un inductor enzimático que acelera el aclaramiento de los fármacos antes mencionados en niveles subterapeúticos de los mismos.

Los medicamentos antituberculosos, suelen en algunos casos, ocasionar reacciones adversas en los pacientes, estos pueden ser leves o bien llegar a poner en riesgo la vida del mismo. Los pacientes en tratamiento se les debe informar acerca de los síntomas atribuibles a reacciones adversas graves, así como de los cambios de pigmentación en los fluidos corporales cuando se les suministra la (R). Los efectos secundarios del empleo de fármacos tanto de primera línea como de segunda línea,  se resumen los síntomas  en:
Intolerancia digestiva: se puede mejorar fraccionando la dosis los primeros días, ingiriendo los medicamentos después del desayuno o antes de acostarse.
Hiperuricemia: sin molestias, no realizar cambios.
Artralgia moderada: control con antiinflamatorios.
Artralgia severa o crisis gotosa: suspender fármaco causante por 8 días y reanudar tratamiento después, si regresa los síntomas sustituir el medicamento.
Reacción cutánea: moderada sino cede con antihistamínico suspender por 8 días el tratamiento, reintroducirla gradualmente, si persisten los síntomas cambiar el medicamento. Si es severa, que no cede con los antihistamínicos, suprimir el tratamiento, identificar el medicamento causante de la reacción y cambiar por otro.
En caso de presentarse casos adversos graves por su efecto tóxico, como la hepatitis, alteraciones hematológicas o neuropatía, el tratamiento debe suspenderse de inmediato.


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